- ELEGÍA DEL 14 DE JUNIO
- Se respira a estas horas
- bocanadas de aire de un atmósfera inquieta.
- Cruzan puñales de silencio, lívidos
- puñales de silencio innominado.
- Ni un rumor, ni una hazaña secreta,
- ni un vencido poblado.
- El dolor más oscuro cava incesantemente.
- Muerde la boca su callada lengua, y chupa
- la sangre airada que tiene un sabor a gente.
- Galopa la brisa con la muerte en la grupa.
- Saber que los hombres puros, los tejidos
- en una labor más fina que la de las arañas,
- muerden y pelean sin horas ni sonidos,
- sin flautas del esfuerzo ni tímpanos de hazañas.
- Ver lo que envuelve el silencio mas crudo.
- Que es la lucha mas firme y la fe delicada,
- hecha de piedra pura y de corazón desnudo,
- convertida en silencio y edificio de nada.
- Saber que aquellas frentes vestidas por la luna
- de una genuina palidez, sudor de sueño,
- transitan por un eco de noticia ninguna,
- por un truinfo sin arco y una gloria sin dueño.
- Dolidamente cruzan sus dos manos de ira
- los relojes callados, erguidos en la esfera.
- Es un tiempo que pasa y que parece mentira.
- Sólo la sien golpeando parece verdadera.
- Y nadie sabe nada, sólo que no se rinde
- nunca la piedra pura y el corazón abierto.
- Y que toda esperanza se recoge en la linde
- sollozada de luna de un combatiente muerto.
- Y que toda victoria tiene melancolía.
- Taciturno perfil de mariposa inquieta.
- Justa gloria, aunque no hayan ruidos sobre el tejado.
- Ni crucen en las horas solas de lejanía,
- ni un rumor, ni una hazaña secreta,
ni un vencido poblado.
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