domingo, 4 de diciembre de 2011

Debemos usar las próximas elecciones como oportunidad para limpiar de escollos el camino del progreso.... No hay de otra.

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Sobre mí Un hombre comun y corriente, enemigo de los dogmas, militante de la paz y perenne voz que clama en el desierto.

El pueblo dominicano, a lo largo de su azarosa vida republicana, ha pagado, con la sangre preciosa de sus mejores hijos, su anhelo de construir una patria justa, equitativa e igualitaria.

Un país donde el esfuerzo común de crear riquezas se traduzca en bienestar colectivo, garantizando el acceso de todos al pan, a la educación, la salud y el techo. Por este camino el pueblo se ha visto obligado a combatir, a fuego y plomo, contra colonizantes poderes imperiales y contra traidores, tránsfugas y desalmados de toda laya que han surgido en su seno. Y hemos avanzado. A pesar de los tiranos, los mesías, los predestinados y las lacras sociales inherentes al proceso, hemos avanzado.

No estamos aún donde queremos llegar, pero no hay dudas de que arribaremos, más temprano que tarde, a la democracia real y efectiva, donde la ley sea la única dictadura posible y deseable. A respetar la ley, las reglas de juego, debemos aprender desde ahora. El gobierno de Leonel Fernández y el PLD es legítimo. Lo que lo hace ilegal son sus acciones, su falta de respeto, la promoción, protección y estimulación de una corrupción que carcome y destruye las fibras de la tela moral del país; su desprecio olímpico por los intereses populares. El PLD, su mesiánico líder, y las fuerzas conservadoras y reaccionarias que los apoyan, se han convertido en retranca de nuestro progreso y desarrollo Pero nadie, en su sano juicio, se plantea derrocarlo e interrumpir el proceso de institucionalización que, aunque defectuoso y boicoteado por el grupo gobernante, está en marcha. Para obligar al gobierno a cumplir con las leyes y la Constitución, y regresar al camino de la legalidad, podemos usar la desobediencia civil, los paros, las huelgas, las denuncias y rechazos a los abusos oficiales.

También podemos valernos de la resistencia pacífica, de la vigilancia constante y la disposición a movilizarnos cada día hasta que nuestra voz sea escuchada. Son las masas las que, con sus acciones revolucionarias y democráticas, llevarán a estos delincuentes gubernamentales a Najayo.

 Pero será usando la ley, llevándolos a juicio, confiscándoles sus bienes mal habidos, despojándolos de toda inmunidad para que respondan, ante los tribunales, por sus crímenes. Debemos construir un amplio frente unitario, capaz de aglutinar a todas las fuerza progresistas dispuestas a echar del poder a estos asaltantes del tesoro público. Es necesario echarlos a través del voto popular, preservando la institucionalidad, sin dejarnos confundir por grupos aventureros que irresponsablemente adelantan acciones "militares", cuyo efecto inmediato es el recrudecimiento de la represión oficial y brindarle excusas a los escuadrones de la muerte policiales y paramilitares para acosar aun más a la población de los barrios populares y marginados, especialmente a sus jóvenes.

Debemos rechazar tanto el terrorismo oficial como el de auto-titulados "revolucionarios" que creen que con lanzar al ruedo los nombres de algunos héroes y mártires nacionales les dan validez automática a sus dudosas actitudes "vanguardistas".

Y si observamos el sospechoso mensaje subliminal que envía la similitud de las siglas del grupo cívico-militar que recientemente ha empezado a "operar" con las del principal partido opositor (RPD-PRD), y recordamos que Vincho acusó públicamente a ese partido de estar organizando acciones subversivas, no podemos menos que preguntarnos si no será esta una nueva treta de la ultraderecha palaciega. Treta que busca desviar la atención del pueblo de los afanes tendientes a consolidar, fraudulentamente, el proyecto de dictadura unipartidaria que desarrolla esa ultraderecha en el poder, y a la vez pescar en río revuelto. Condenemos el terrorismo, venga de donde venga, preservemos y defendamos la institucionalidad y la constitucionalidad, construyamos un frente unitario que, en las próximas elecciones garantice recuperar el control del gobierno de manos de la asociación de malhechores agrupada en el CC y CP PLDista y dejemos que sea el gobierno, con sus acciones, el que determine que método de lucha deberá usar el pueblo para preservar las conquistas democráticas que hasta hoy hemos logrado.

Obligar a Leonel y su camarilla a respetar las leyes y velar por los intereses del país, con movilizaciones y protestas, es un deber. Embarcarse en acciones bélicas extemporáneas y aventureras es un crimen. El PLD, su mesiánico líder, y las fuerzas conservadoras y reaccionarias que los apoyan, se han convertido en retranca de nuestro progreso y desarrollo. Unamos fuerzas, derrotémoslos democráticamente en las urnas, y si se atreven a negar, trampear o desafiar la voluntad del pueblo, entonces dejémosles caer todo el peso de la rebelión popular.  

Hemos avanzado, a pesar de los gobiernos, y ese avance se acelerará cuando llevemos al gobierno un programa de justicia, libertad, honestidad y real preocupación por corregir los males que ahogan a la población. Debemos usar las próximas elecciones como oportunidad para limpiar de escollos el camino del progreso.... No hay de otra

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