lunes, 5 de diciembre de 2011

PLD y PRD: jugando a la “papa caliente”

 Autor: José Ernesto Devárez hijo


Seamos sinceros, tanto el PLD como el PRD tienen una cola bastante larga. Hoy se le reclama, y con bastadas razones, al gobierno de Leonel Fernández por la corrupción administrativa, el alto índice delincuencial y la proliferación del narcotráfico durante su gobierno. Ni siquiera un simpatizante del partido oficialista que realice un “auto-análisis” objetivo puede negar los males que han sido apadrinados desde el gobierno, ya sea por contubernio o por negligencia.

 Ahora bien, venir y querer pintar de color de rosa la gestión de gobierno de Hipólito Mejía (2000- 2004) sería tan absurdo como querer excusar las deficiencias y fullerías realizadas por el PLD durante estos 8 años. Si bien es cierto que durante el actual gobierno la seguridad ciudadana ha ido de mal en peor, la innegable realidad es que ese proceso degenerativo inicia durante el gobierno de Mejía.

Con esta afirmación no quiero responsabilizar únicamente a la gestión de Mejía por la corrupción, la delincuencia y el apogeo del narco que actualmente afecta la cotidianidad dominicana; el Dr. Leonel Fernández y sus gobiernos han tenido tiempo más que suficiente para enderezar el barco.

Evidentemente ha faltado voluntad política desde las esferas más altas de su gobierno para enfrentar estos flagelos con contundencia y seriedad. Pero tampoco me vendan la imagen de un Hipólito Mejía fuerte e inamovible en cuanto a la corrupción administrativa, la seguridad y lucha contra la delincuencia y el narcotráfico se refiere. El terreno para la edificación del narcotráfico en la República Dominicana fue allanado durante el gobierno de este último.

Esto no quiere decir que Mejía fuera cómplice, pero su gobierno fue permisivo ante casos de narcotráfico, ya fuere por corrupción, por ineficacia de las instituciones de seguridad y del orden junto a un débil sistema judicial, o ambos. Un proceso degenerativo de seguridad toma tiempo, tiempo equitativo, por ejemplo, a un proceso evolutivo de organizaciones de tráfico de drogas. El presidente Fernández tiene mucha responsabilidad en todo esto, pero Mejía debe asumir la parte que le corresponde.

Enfoquemos el caso reciente de Oscar Ezequiel Rodríguez Cruz, reclamado en extradición por Estados Unidos por cuestiones de narcotráfico, desde una perspectiva que pocos políticos han empleado. Nadie puede afirmar, por más fotografías o cheques, vallas o spots publicitarios que salgan al aire, que uno o ambos partidos tenían conocimiento sobre las andanzas de Rodríguez Cruz. Sin lugar a dudas, ese tipo de imágenes hacen quedar mal a cualquier candidato ante la opinión pública - eso no lo puede nadie negar - pero la falta de una ley de partidos que regule las contiendas electorales (donaciones y creación de movimientos de apoyo) aumenta el potencial para que casos como este sucedan.

 Además, el candidato es una figura pública que no necesariamente conoce de todo aquel con quien conversa, recibe donaciones y se fotografía. Ante falta de pruebas, los considero “inocentes”, pero con un granito de sal al lado. Pero lo interesante del caso es que ambos partidos se han lanzado la “papa caliente” para probar que uno es “menos malo que el otro”, como si esto fuera el punto nodal en este tema.

Mientras el individuo en cuestión sale en vallas promocionando la candidatura de Hipólito Mejía, el PLD arma una campaña a través de diferentes voces adeptas al gobierno para denunciar la filtración del narco en la contienda electoral. La respuesta del PRD fue contundente, mostrando la copia de un cheque presuntamente emitido por Rodríguez Cruz por un monto de 500,000 pesos a nombre del actual presidente Leonel Fernández. Esto provocó que ambos partidos desempolvaran el nexo Quirino Ernesto Paulino – Hipólito Mejía, así como la “relación” Leonel – Arturo del Tiempo Márquez.

 Como resultado, un problema tan nocivo como lo es la posible filtración de dinero del narcotráfico en la campaña electoral ha sido politizado, mientras que la génesis del problema siquiera se menciona. Se han enfrascado uno y otro en tratar de sacar ventaja político-electoral, buscando persuadir a la opinión pública a favor y/o en contra de un partido determinado. La competencia y discusión entre ambos partidos por este caso se ha convertido en un “vamos a ver quién es menos malo” o, lo que es peor, “vamos a ver quién es el más malo”.

En el caso Rodríguez Cruz la estrategia adoptada es clara: dejar al otro mal parado, pues mientras peor se vea el contrario, las faltas propias quedarían eclipsadas al menos ante la opinión pública. De eso Rafael Alburquerque sabe mucho, pues su gran defensa ante el supuesto cheque a Fernández fue pedirle explicaciones a Mejía sobre Quirino y, según sus propias palabras, “después hablamos”. Este juego de diatribas sólo sirve como vehículo para politizar problemas que ameritan una posición responsable. Ambos partidos buscan maquillar las numerosas deficiencias de sus administraciones en materia de seguridad y corrupción, mientras intentan manipular la percepción de la sociedad.

Soy de los que piensa que en nuestro país hace falta un cambio, pero no de color. Necesitamos un cambio radical para romper la hegemonía política que se ha apoderado del manejo de nuestro pueblo, muchas veces en beneficio de particulares o de un grupito. ¿Representa el PRD ese cambio radical? Simple y llanamente NO pues, por cada Félix Bautista y Héctor Belisario Medina y Medina del PLD, el PRD tiene sus propios Alberto Atalah y Pepe Goico.

El PRD no puede hablar de cambio si su candidato, Hipólito Mejía, propone un equipo de gobierno donde podemos identificar individuos que se dedicaron a la corruptela en el período gubernamental 2000-2004. Me están ofreciendo agua del mismo vaso; Mejía está rodeado de ex funcionarios y políticos que jugaron un papel determinante en el resquebrajamiento de la institucionalidad dominicana y en la proliferación del narcotráfico durante su administración. Según veo, el cambio propuesto es puramente estético y quirúrgicamente superficial, lejos de la tan necesaria reforma integral de nuestro gobierno y sus diferentes instituciones. De quedarse el morao’ o ganar el blanco, el mambo que bailaremos será el mismo, sin importar el cambio del los músicos.

De seguro en pocos días el revuelo por Rodríguez Cruz quedará olvidado, pero aun así estaré a la espera de la lista de corruptos de este gobierno que Hipólito Mejía prometiera divulgar. No dudo que necesite una enciclopedia para poner tantos nombres, y de seguro muchos dominicanos pudieran serle útiles en recopilar la larga lista. Pero mientras realiza este importante servicio a la patria, le recomiendo que en la misma lista también incluya a los corruptos que rondan su campaña y, de ganar las elecciones, su equipo de gobierno. Ambos partidos se tiran la papa caliente mientras ninguno representa una propuesta de cambio estructural que significaría la voluntad y propósito de caminar hacia un norte diferente. Un cambio que sea realmente efectivo…pero para todos. Para enmendar el camino, debemos medir y medirnos con la misma vara.

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