23 de Febrero del 2012
Candidato presidencial
Rezeteando: A Guillermo Moreno, con respeto, por la otra campaña
Tan inusual que causó extrañeza. Tan valiente que puede haber contagiado a muchas y muchos
Ahora dirán, entre otros escarceos y malabarismos de doble juego, que él, como candidato presidencial por Alianza País, tiene poco que perder y mucho que ganar. O, del lado contrario, que su posición fue políticamente coyuntural. Pueden, incluso, decir que se trató de una pose populista y convencional.
Ahora bien, la estatura del gesto fue una bofetada. Un aliento de causa que sembró la necesaria semilla de la diferencia política y del discurso distante, en medio del trajinar electoral.
Llegar allí, al mismo corazón de la isla Saona, entre los silenciosos estertores de los demás candidatos, y decirles y sustentar su posición con respecto a una nada entendible estación o base naval, fue enteramente refrescante. ¡Digno de imitar! Levantar sus ideas como lo hizo, sin cortapisas ni ataduras de ninguna especie, es meritorio de resaltar. Y tiene mayor calidad cuando la sumisión y el conformismo han trazado el rumbo de lo “políticamente correcto” en la vida nacional.
Guillermo Moreno no ha reinventado nada ni encabezado ningún hito descomunal. Con sencillez, acaba de decirnos que se puede ser digno y político a la vez. Oponer sus ideas frente aquellas cosas que otros pueden ver por igual, pero que no se atreven a defender en público.
Que la isla Saona no esté en la agenda de los líderes políticos tradicionales, aquellos con mayores probabilidades de ganar las elecciones, tampoco es sorprendente.
Empero, es inaceptable que sean muy pocos quienes se hayan atrevido a opinar contrario a un peregrino proyecto que carece de verdaderos fundamentos para ser justificado.
Al parecer a Guillermo Moreno le ha correspondido hablar por muchos, y seguramente se atrevió a opinar por casi toda la sociedad.
De alguna manera, por la política ausente del debate nacional.
Por la otra campaña.
Ahora bien, la estatura del gesto fue una bofetada. Un aliento de causa que sembró la necesaria semilla de la diferencia política y del discurso distante, en medio del trajinar electoral.
Llegar allí, al mismo corazón de la isla Saona, entre los silenciosos estertores de los demás candidatos, y decirles y sustentar su posición con respecto a una nada entendible estación o base naval, fue enteramente refrescante. ¡Digno de imitar! Levantar sus ideas como lo hizo, sin cortapisas ni ataduras de ninguna especie, es meritorio de resaltar. Y tiene mayor calidad cuando la sumisión y el conformismo han trazado el rumbo de lo “políticamente correcto” en la vida nacional.
Guillermo Moreno no ha reinventado nada ni encabezado ningún hito descomunal. Con sencillez, acaba de decirnos que se puede ser digno y político a la vez. Oponer sus ideas frente aquellas cosas que otros pueden ver por igual, pero que no se atreven a defender en público.
Que la isla Saona no esté en la agenda de los líderes políticos tradicionales, aquellos con mayores probabilidades de ganar las elecciones, tampoco es sorprendente.
Empero, es inaceptable que sean muy pocos quienes se hayan atrevido a opinar contrario a un peregrino proyecto que carece de verdaderos fundamentos para ser justificado.
Al parecer a Guillermo Moreno le ha correspondido hablar por muchos, y seguramente se atrevió a opinar por casi toda la sociedad.
De alguna manera, por la política ausente del debate nacional.
Por la otra campaña.
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