El pueblo dominicano vive en la actualidad otra fiebre
electoral donde todos los candidatos dicen que van a truiunfar.
Cada uno de ellos asegura ser el mejor y dicen tener la
medicina ideal para sanar a la sociedad dominicana de todo mal.
Prometen lo que pueden y hasta lo que no pueden, pero nada de
lo que ofrecen tiene garantía.
La gente esta viendo y oyendo a los candidatos hablar, pero
no confia, sin embargo tendrá que cumplir con su deber cívico y con su conciencia.
El elector al depositar el voto en la urna electoral se
convierte en el juez que decide quien es el ganador o la ganadora de la
presidencia de la nación dominicana.
En tan importante momento
histórico sabe muy bien que sólo puede ser un buen ciudadano sino se deja
engañar por el astuto candidato.
La más sabia y digna elección es cuando se vota guiado por la
razón y no por el dinero o por lo que sienta el corazón.
Ojalá que la sociedad dominicana
elija a un presidente que sea honrado, integro, transparente e inteligente por
el bien de nuestra gente.
Dios nos libre de un político
pavo real o de cualquier otro animal y que el divino creador del mundo nos ilumine
para que seleccionemos un verdadero líder que dirija al país hacia la
prosperidad en un clima de seguridad y libertad.
Dominicana ganaría si la voluntad
popular le da la silla presidencial a un nuevo gobernante que no se deje
manipular por las mafias políticas de los partidos culpables de la asqueante
corrupción en la empobrecida Quisqueya.
El surgimiento de un cambio en el
modelo político de las estructuras del estado garantizaría que el presidente
trabajaría unido a las personas más honorables y capacitadas del país por la
paz y el bienestar socioeconómico del pueblo que lo seleccionó como su primer
mandatario.
Todos sabemos que cuando no hay
siembra no puedo haber cosecha y lógicamente las consecuencias las pagaria la
ciudadanía.
En el terreno político el mal podría ser mucho más grave
porque costaría lágrimas de sangre sino se ejerce con responsabilidad el
sagrado derecho de elegir y ser elegido para que nunca muera la democracia en
la patria de Duarte, Sánchez y Mella.
La medicina electoral ideal sería una revolución ciudadana por
la creación de una nueva Repùblica Dominicana.
Soñar es vivir, darse por vencido es morir.
Maravillosa es la belleza de la vida y ardiente es la pasión
que se siente por la tierra que se ama.
Hijos de la bella y brava
Quisqueya, reciban besos y abrazos con mucho amor y gran fe en los buenos
hermanos dominicanos.
Los pueblos escriben su historia
con sabiduría y valentía.
¡No a la mediocridad!
¡Viva la solidaridad!
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