domingo, 5 de agosto de 2012

Con reglas claras: El problema del vecino; Haití, República Dominicana

Haití es un Estado fallido, inviable, corrupto, con una población atomizada en términos de estructura de control y poder político
La vida en sociedad conlleva a la interacción amigable con quienes queremos y con quienes no deseamos. Comprar un espacio físico para habilitarlo como vivienda o como lugar de trabajo tiene un costo, determinado por el entorno. Un metro de tierra en determinadas áreas de la zona rosa del Distrito Nacional vale igual o más que un solar completo de algunas partes de la periferia del gran Santo Domingo.

¿Qué determina el valor si la tierra es la misma? ¿Por qué una roca agreste puede valer más que un suelo fértil con alto componente de humus? Las cosas valen lo que representan comparativamente, la apreciación tienen un entorno sicológico y social que ensancha infinitamente sus posibilidades de colocación económica, así las prendas de vestir, los zarcillos metálicos o fantasiosos y también los países.

Cuando el bien es un inmueble el valor lo determina el radio de circunvecinos. Si la marginalidad no se hubiese apacentado en las orilla del Ozama, estuviéramos frente a la frontera terrestre más preciada del Caribe, pero el hacinamiento y la poca visión de los políticos engüeró los huevos del Pavo Real.

Esto es así y no hay de otra, pues es la virtud del capital, ser “valor que se valoriza” y para que esta ecuación se complete, definitivamente, debe alguien que esté dispuesto a pagar el precio de poseer algo, porque ese algo, en sí mismo, reúne condiciones de garantizar y aumentar de valor.

En las urbanizaciones, barrios, ensanches y otros tipos de asentamientos humanos se constituyen juntas de vecinos para, proteger bienes, propiedades, seguridad ciudadana y para defender intereses del bien común de los que habitan. En los edificios y proyectos de viviendas cerrado se eligen Consejo de Administración de Condominio.

Tener un vecino en problema es una mortificación y un costo para las demás miembros de núcleos habitacional, así también lo es entre los países.

Si un país de la Zona Euro cae en dificultades, los 17 estados tienen que soportar el peso de la unidad monetaria en conjunto, si Grecia, Italia, España, Portugal o Francia tienen problemas la carga se descompensa y alguien aguanta más peso del que le toca. Alemania ha relinchado, su presidenta Ángela Merkel está furiosa por lo que implica para su economía la irracionalidad y el empobrecimiento de sus socios, aunque junto a Francia hacen todo lo posible para que la comunidad se mantenga. Lo que cuesta el rescate pone a Europa en peligro de desintegración, según vaticinan algunos gurúes de occidentes.

Ocurre entre estados fuertes y ricos a los que les tiemblan las piernas, solo de pensar en los problemas de sus vecinos. Pero nosotros Dominicanos orgullosos y vendados, caminamos con la cabeza fría de espalda a la realidad. Tenemos el vecino más pobre del hemisferio norte, sin identidad, sin un perfil claro, necesitado de todo, pero exigente y respondón, como amante codiciada, por sospecha bloquea nuestros productos, (lo ha hecho con los huevos, el pollo y ahora con caso del salami) Y aún así no despertamos del sueño.

Haití es un Estado fallido, inviable, corrupto, con una población atomizada en términos de estructura de control y poder político, la fragilidad de las instituciones no permite el monopolio del poder que garantice un verdadero estado de derecho.

Ese es nuestro vecino y nuestra realidad. Mientras Europa tiene muchas opciones y sus rabiascas surten efectos, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia (los mayores) tienen un largo historial de dificultades y coexistencias en sus múltiples fronteras. Nuestra isla es una casa dúplex donde tenemos que convivir con un inquilino en la inopia, pero, con un orgullo nacional tan grande, que todavía no se ha inventando una grúa que lo mueva.

Una diferencia insalvable entre Haití y República Dominicana es; nosotros nunca hemos pretendido controlarlos, ni dirigirlos. En contraste a esa actitud ellos han sido imperialistas, aún conservan el postulado de que la Isla es una e indivisible, bajo su control, y su ciudadanía es insustituible. ¡Qué tolete de vecino nos gastamos!

Un Estado incapaz de satisfacer la demanda económica, política y social de sus integrantes que es ineficaz para garantizar justicia, seguridad, transparencia, cumplimiento de las leyes, servicios públicos, control de la criminalidad y formalidad de mercado.

Un país que nos dominó a machete por 22 años. Mientras toda América logró su independencia luchando con las grandes potencias de la época nuestros patriotas todos son resultado de la lucha con el micro amo, Haití. Hoy cuando el mundo requete confirma que ese es un Estado fallido no podemos mirar para el lado, porque no es simplemente vivir en una casa dúplex, más que eso somos siameses y es nuestro compromiso, para lograr el ansiado desarrollo ayudarles en todo, con reglas claras, eso si ellos allá y nosotros aquí, porque somos diferentes, al ser más que vecinos nuestro castigo sempiterno, será cargar ese muerto. Nos condenaron a llevar esa mochila llena de piedra, saquemos fuerza de donde hay o no seremos nada.
guzmandiplan@hotmail.com
Por: Nelson Guzmán Diplan

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